Murex 300N y 300F, morteros de cal para fachadas con carácter, tradición y técnica
Formulados con cal hidráulica natural y pigmentos minerales, estos revestimientos de IBERCAL MORTEROS ofrecen transpirabilidad, estabilidad cromática y compatibilidad con obra nueva y rehabilitación

Obra, Palacio de Godoy Curio Colletion by Hillton, Cáceres.
Realizado por Construcciones Abreu.
Una fachada no es solo un límite entre el interior y el mundo: es la primera palabra que una casa dice al entorno. A veces es sobria, otras monumental, pero siempre revela algo de lo que ocurre dentro. Por eso, cuando se construye o se rehabilita, el tratamiento de las fachadas no puede reducirse a una cuestión de color o textura. Debe ser una decisión cultural y técnica al mismo tiempo.
En ese umbral delicado entre el paisaje y el edificio, entre lo nuevo y lo heredado, la cal vuelve a ser protagonista. Y en particular, los morteros de cal Murex 300N y Murex 300F, desarrollados por IBERCAL MORTEROS, ofrecen una solución respetuosa, eficaz y profundamente arraigada en la tradición mediterránea.
Obra, Chalet en Talavera de la Reina (Toledo).
Realizado por Artectum.
En un mundo de materiales que prometen mucho y respiran poco, hay uno que sigue cumpliendo lo esencial: dejar vivir al muro. No sellarlo, no maquillarlo, no transformarlo en algo que no es.
Hablamos de la cal, y más concretamente, de los morteros de cal para fachadas que entienden la arquitectura como una forma de diálogo con el entorno.
En esta conversación entre técnica y belleza, los morteros Murex 300N y Murex 300F de IBERCAL MORTEROS se sitúan como una solución ejemplar. No son productos distintos, sino dos versiones de una misma formulación, con una única diferencia: el tipo de grano que define el acabado.
Murex 300N, este mortero natural, compuesto por cal hidráulica, áridos seleccionados y aditivos minerales, está formulado para ser aplicado en sistemas de revestimiento continuo, tanto en obra nueva como en procesos de restauración. Su elevada adherencia, capacidad de transpiración y resistencia mecánica lo convierten en una opción ideal para su aplicación directa sobre fábrica de ladrillo, piedra o muros tradicionales.
Actúa como una piel resistente pero porosa, que regula el vapor de agua, previene condensaciones y acompaña los movimientos naturales del soporte sin fisurar. Su aplicación ha sido clave en promociones residenciales de nueva construcción con enfoque bioclimático, así como en la rehabilitación de viviendas en entornos históricos donde los muros exigían algo más que compatibilidad técnica: exigían respeto.
El Murex 300N presenta una textura de grano medio, ideal para acabados que requieren cierta rugosidad visual y presencia matérica. El Murex 300F, en cambio, ofrece un acabado más fino y sedoso, perfecto para superficies que buscan una continuidad más homogénea, luminosa y sobria.
Obra, Seminario Diocesano de Plasencia (Cáceres).
Realizado por Construcciones Flamor, S.L..
Ambos comparten una misma base: cal hidráulica natural, áridos seleccionados y aditivos minerales, que garantizan una elevada transpirabilidad, excelente adherencia, estabilidad cromática y compatibilidad con soportes tanto nuevos como antiguos. Es un mortero pensado para envolver la arquitectura sin encerrarla.
Materia y color: una paleta para el paisaje
Uno de los valores más singulares de esta gama es su paleta de 28 colores minerales, formulados con pigmentos naturales que no sólo respetan la tradición cromática mediterránea, sino que también resisten el paso del tiempo y la acción solar sin perder su identidad. El resultado es una fachada que se integra con el paisaje, que no grita ni brilla: susurra y respira.
Obra nueva y rehabilitación: un mismo lenguaje
Estos morteros han sido empleados en intervenciones muy diversas: desde viviendas unifamiliares contemporáneas con criterios bioclimáticos, hasta restauraciones de inmuebles catalogados donde se requería compatibilidad material y una solución estética coherente con el conjunto urbano. En ambos casos, el Murex ha respondido no solo como revestimiento, sino como parte del lenguaje del edificio.
Porque al final, una fachada no es solo la cara del edificio. Es su voz, su tacto, su historia en contacto con la calle. Y cuando esa fachada se construye con cal, con color mineral, y con respeto por el soporte, entonces no solo se protege el edificio: se le da carácter.
Fuente: Construnario España