EE. UU. ejecuta por primera vez a prisionero con desfibrilador implantado en el corazón: autoridades rechazaron clemencia | USA

Por primera vez en la historia reciente, Estados Unidos llevó a cabo la ejecución de un recluso con un desfibrilador implantado en el corazón. La ejecución tuvo lugar el martes 5 de agosto en el estado de Tennessee, y afectó a Byron Black, un hombre de 69 años condenado por el asesinato de su pareja y las dos hijas de ella en 1988.
Pese a las múltiples apelaciones presentadas por su defensa, ni la Corte Suprema de EE.UU. ni el gobernador de Tennessee, Bill Lee, accedieron a frenar el procedimiento. El argumento central se basaba en los riesgos de agravar el sufrimiento del recluso debido a sus condiciones médicas: demencia avanzada, fallos cardíacos, uso de silla de ruedas y la presencia del dispositivo cardíaco.
Una ejecución sin precedentes en Estados Unidos
El caso de Byron Black marcó un precedente nacional en la aplicación de la pena de muerte a personas con condiciones médicas extremas. Su desfibrilador implantado en el corazón, diseñado para emitir descargas en caso de arritmias, fue uno de los principales focos de preocupación, ya que podía activarse durante la ejecución, amplificando el dolor.
Su abogada, Kelley Henry, denunció ante el medio The Intercept que las autoridades estaban ejecutando a “una persona con deterioro cerebral severo y sin capacidad de representar una amenaza real”. En sus palabras:
“Su cerebro y su cuerpo continúan deteriorándose a una rápida velocidad. El hecho de que esta corte haya cerrado las puertas a su justificada petición basada en discapacidad intelectual no solo es inconstitucional, es inhumano”.
Según el Death Penalty Information Center (DPIC), esta fue la primera ejecución en Tennessee de una persona con discapacidad intelectual documentada en la era moderna. La organización agregó que el uso del dispositivo cardíaco en este contexto podría considerarse una violación a estándares básicos de derechos humanos.
Las autoridades rechazaron el pedido de clemencia
La defensa de Byron Black presentó una solicitud de clemencia humanitaria argumentando que su cliente no comprendía plenamente su castigo, violando la Octava Enmienda de la Constitución estadounidense, que prohíbe castigos crueles e inusuales. También pidieron que se retirara el desfibrilador implantado antes de la ejecución.
Tanto el gobernador Bill Lee como la Corte Suprema desestimaron las apelaciones. El Estado no emitió declaraciones sobre si el dispositivo se activó durante la inyección letal, ni sobre el impacto que pudo tener en el procedimiento.
El caso reavivó el debate nacional sobre la aplicación de la pena capital a personas con enfermedades mentales y físicas avanzadas, especialmente en contextos donde el procedimiento de ejecución podría implicar sufrimiento adicional.
Aumentan las ejecuciones en EE.UU. durante 2025
Con la ejecución de Black, ya son 28 los reos ejecutados en lo que va de 2025 en Estados Unidos, superando los 26 registrados en todo 2024. Se trata de la cifra más alta en cinco años, según datos del DPIC.
Este incremento se explica, en gran parte, por el aumento de ejecuciones en Florida, que acumula 9 casos, lo que representa casi una de cada tres ejecuciones en todo el país. Las autoridades del estado han confirmado otras dos fechas en agosto:
- 19 de agosto: ejecución de Kayle Bates, condenado por el asesinato a puñaladas de una mujer de 24 años.
- 28 de agosto: ejecución de Curtis Windom, responsable del asesinato de tres personas en el condado de Orange.
El crecimiento sostenido en el número de ejecuciones ha generado preocupación entre organizaciones como Amnistía Internacional y ACLU, que alertan sobre la falta de mecanismos eficaces para evaluar el estado mental y físico de los condenados antes de aplicar la pena capital.
Fuente: La República