Molins alerta sobre el riesgo del gas radón en aparcamientos subterráneos
La compañía insta a autoridades y gestores a integrar la medición y mitigación de este gas cancerígeno en el diseño, mantenimiento y rehabilitación de garajes

Ante el riesgo creciente que supone el gas radón en espacios subterráneos, Molins pide a autoridades locales y gestores de parkings que realicen mediciones de este gas radiactivo en sus instalaciones y activen medidas de mitigación donde sea necesario. La compañía recuerda que, según la normativa vigente, los niveles máximos de radioactividad no deben superar los 300 becquerelios por metro cúbico, y advierte de que muchos aparcamientos podrían estar superando ese umbral sin saberlo.
Además, Molins propone a los gestores de aparcamientos y a las administraciones públicas incorporar este riesgo en los planes de mantenimiento, rehabilitación y diseño de futuras infraestructuras subterráneas. La prevención, recuerdan, es siempre más eficaz —y más económica— que una intervención tardía.
Esta llamada a la acción no es casual pues los garajes y parkings subterráneos son espacios especialmente vulnerables: se construyen en contacto directo con el terreno, suelen tener fisuras estructurales, baja ventilación natural y materiales permeables, lo que facilita la filtración de este gas inodoro e incoloro. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), el radón es la segunda causa de cáncer de pulmón, solo por detrás del tabaco, y especialmente peligroso en exposiciones continuadas en espacios cerrados.
En zonas de riesgo como Galicia, Extremadura o la Comunidad de Madrid —donde hasta el 70% del territorio está clasificado como de alta exposición, según el Consejo de Seguridad Nuclear (CSN)—, los niveles de concentración pueden aumentar un 20% por cada planta que desciende bajo rasante.
En España existen poco más de 750.000 plazas de aparcamiento en estructuras fuera de la vía pública, según datos de DBK Informa. Una parte significativa de ellos están en niveles subterráneos y fueron construidos antes de que el Código Técnico de la Edificación (CTE) exigiera medidas específicas frente al radón. La mayoría no cuenta con sistemas activos ni pasivos de control del gas, por lo que representan un riesgo potencial para miles de trabajadores y usuarios.
Desde el negocio Construction Solutions de Molins explican que frenar la entrada del radón desde el terreno es posible mediante distintas estrategias constructivas, como el uso de membranas específicas con doble función de impermeabilización y aislamiento, que actúa como barrera eficaz incluso por debajo del nivel freático, reforzando la protección en zonas de contacto directo con el subsuelo.
Un ejemplo reciente es la intervención llevada a cabo en un aparcamiento subterráneo de 4.000 m² en Salou (Tarragona). En esta obra se implementaron técnicas de sellado, aislamiento y refuerzo de la estanqueidad frente a gases en todo el sistema de cimentación, con especial atención a la losa, el elemento más expuesto al contacto con el terreno. El objetivo fue proteger eficazmente frente al gas radón y mitigar los problemas de humedad derivados del agua subterránea, los dos principales riesgos en este tipo de construcciones bajo rasante.
Fuente: Construnario España