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¿Cómo retener talento en entornos informales?, por Patricia Larios-Francia


El Perú es uno de los países de la región con mayor tasa de informalidad, con un 73.8%. Según el Registro de Trabajadores en la Informalidad Laboral del Ministerio de Trabajo y Promoción del Empleo, al 2024 se registraron 12 millones 387 mil 570 trabajadores fuera de la formalidad, los mismos que se desempeñan en un 39.5% en actividades de servicios, 15.3% en comercio, 11.3% en agricultura, pesca y minería, 5.6% en construcción y 3.33% en manufactura.

La informalidad laboral permite a estos ciudadanos ingresos inmediatos, flexibilidad horaria, autonomía y bajos costos de entrada; sin embargo, todos ellos carecen de derechos laborales, prestaciones sociales, tienen limitado acceso al crédito y financiamiento, y corren riesgo de explotación, entre otras desventajas.

Ante esta realidad del país, debemos diseñar estrategias para la formalización, pero también estrategias para mejorar sus condiciones frente a las actividades laborales que desarrollan en el contexto informal.

Estos trabajadores se caracterizan por una alta rotación, lo que afecta a las organizaciones porque pierden capacidad, generan fallas operativas, obtienen resultados de baja calidad, alta tasa de reprocesos y productos no conformes, así como multiplican el tiempo de formación para el desarrollo de sus actividades en el puesto, entre otros.

¿Qué podemos hacer para mitigar estos efectos?
Debemos generar confianza con el empleado, ofreciendo un buen clima laboral, siendo claros en los acuerdos de contraparte económica, asegurando, por lo tanto, pagos justos y en tiempo. Estos trabajadores tienen que sostener familias y se merecen también un gran respeto y una retribución por su contribución y su tiempo.

Por otro lado, hay un aspecto humano que muchos empleadores no consideran importante en una relación laboral, incluso informal: el ofrecer recompensas y reconocimientos no monetarios. La gratificación por parte de tu jefe y de tus pares es tan importante para la estabilidad emocional del trabajador; el reconocimiento público por sus logros y mejoras en sus actividades genera confianza en sí mismo, en su desempeño y lo motiva a mejorar. Incluso las buenas experiencias en un contexto laboral generan en ellos la actitud emprendedora, empoderándolos a ser sus propios jefes en sus aventuras empresariales.

Muchos de estos trabajadores incluso tienen que cubrir hasta dos o tres trabajos a la vez, porque deben sostener las necesidades básicas de salud, vivienda, educación y alimentación de sus familias. El 44.4% de ellos vive del autoempleo, y en su mayoría están en condiciones de sobrevivencia.

¿Cómo mejorar sus capacidades estratégicas?
Desde las diferentes instituciones regionales, municipales, ONGs e instituciones académicas, se deben desarrollar programas de capacitación, ofreciendo talleres y cursos de capacitación en habilidades técnicas para la venta, técnicas de atención al cliente, microfinanzas, técnicas de costo y ahorro, digitalización básica, uso de pagos digitales, WhatsApp Business, desarrollo de catálogos virtuales, uso de maquinarias y oficios técnicos como panificación, gastronomía, metalmecánica, operatividad en máquinas de calzado y textiles, entre otros.

Asimismo, debemos dar importancia al desarrollo de habilidades blandas, como la comunicación efectiva con clientes. Muchos de ellos tienen que enfrentarse cara a cara con su cliente potencial y, en algunos casos, por timidez o falta de técnica pierden la posibilidad de vender y retornan a sus casas sin cumplir sus cuotas diarias de subsistencia.

Se debe también fortalecer habilidades para el manejo de conflictos, los que se dan en el contexto de trabajo en equipo, en la interacción con clientes e incluso en la negociación con sus proveedores diarios, que también en su mayoría son informales.

Por otro lado, si bien desde el Estado existen programas de apoyo, muchos de ellos son desconocidos por los trabajadores informales, como el caso de los cursos ofrecidos por SENCICO, SENATI o sus equivalentes en las regiones; estos no son socializados y no llegan a esta población.

Las empresas formales también deben actuar como anclas y motivar a que estos trabajadores se integren en sus compañías. Algunas de ellas tienen escuelitas con el objetivo de formar talento, en donde el trabajador informal aprende las actividades operativas necesarias para su inserción formal.

La generación de oportunidades para el trabajador informal, a través del desarrollo de espacios en donde no sean juzgados, en donde sean adoptados con respeto, justicia e igualdad, fortalecerá la esperanza de estos ciudadanos luchadores que buscan ganar dinero digno y que, con su esfuerzo, mejoran la calidad de vida de su familia.

Trabajemos unidos para que este 73.8% de trabajadores informales se convenza de que puede lograr mejores condiciones para él y los suyos siendo parte del tejido empresarial formal.


Fuente: La República

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